Llevo un mes
dando la tabarra en el curro con la convocatoria de este año. La fiesta de Eurovisión
del año pasado fue tan genial que no quería dejar pasar la oportunidad de
repetir la locura. Descubrí entonces que tengo la grandísima suerte de que en
El Pueblo Donde William Conoció A Kate hay un montón de fans de ESC.
Veinticinco personas, doce nacionalidades, atrincheradas en un cuarto de quince
metros cuadrados con dos perros durante cuatro horas… lo bien que nos lo
pasamos.
Este año, todo
hay que decirlo, el panorama es ligeramente diferente. Para empezar, Sally, que
fue la que acogió a las masas en aquella ocasión, está fuera del país. Aunque no
habría servido de mucho que estuviera por aquí, dado que al parecer este año no
renovó la licencia de televisión y, por tanto, no tiene conexión. Yo este año
tengo espacio (no vivo ya de prestado), pero tampoco tengo la licencia… podría
usar la conexión del canal de televisión de Eurovisión online, pero la gente de
por aquí le tiene cariño al comentarista, que es de un ácido que coloca. La
conexión es imprescindible, pues.
Hace dos semanas,
se nos ofreció la posibilidad de ir a casa de Screaming Buddy, que tiene sitio
y conexión, pero vive a quince millas en el siguiente Gran Pueblo. Hace cinco
días, el problema fue simplificado gracias a la intercesión de Alice
Wonderland, la compañera de piso de Caballeroso.
Alice W.: “ANuRa, ¿vendrías a mi fiesta de Eurovisión?”
ANuRa: “¡Cómo, tú También? I LOVE YOU!!!!”
La pega fue la
consciencia: tenía apalabrada la presencia de medio departamento, y me da cosa
invitar de segundas a la gente, pero Alice Wonderland parece que es de la
filosofía de “quants més siguem, més riurem” y me dijo que adelante. Es mi
heroína.
Otra gran
diferencia este año es contar (o no) con la complicidad de Escocés
Incomprensible. A Escocés Incomprensible le encanta la música moderna, es un
genio en quizzes musicales. Se dejó arrastrar cuando descubrió que me
entusiasmaba la versión británica de “La Voz” (llegó a comentarle a Screaming
Buddy que le sorprendió ese aspecto en mí, nunca hubiera dicho que soy carne de
programa musical de buscatalentos, y al parecer Screaming Buddy sintió tres
cuartos de lo mismo). Hasta que probó la sangre. Ahora cada sábado tarde
acabamos en su casa, con palomitas y refrescos, viendo las performances. Creo
que ha asumido que tengo cierto criterio televisivo… o al menos un criterio
televisivo que incluso le puede resultar entretenido. Pero hasta ayer mismo no
entendía por qué llevaba varias semanas con el coñazo de Eurovisión. Cabe decir
que es voluntarioso y estaba presto a aguantar conmigo las semifinales,
exclusivamente, dado que tenía excusa para la final (va a la despedida de
soltero de su hermano, seems legit), pero seguía sin comprender por qué yo (y
el resto de la panda) were making such a big thing about it.
La iluminación llegó
ayer de mano de un show cómico de la BBC titulado “Cómo ganar Eurovisión”,
donde hacían un resumen bastante general de las peculiaridades y grandes
momentos del concurso.
Escocés (tras diez minutos): “Wow, ¿esto va en serio? ¿Eurovisión es así?”
ANuRa (en plan sensei): “Si, mi pequeño saltamontes.”
Escocés: “Oh, mierda, ahora estoy sintiendo verdaderamente no poder ir a vuestra Eurovision Song Contest Party.”
ANuRa: “No quería soltar un ya te lo dije, pero, bueno, lo obvio…”
Escocés (haciendo cábalas): “Hagamos una cosa: programo el video para grabarlo y cuando vuelva de Glasgow vemos la final una segunda vez juntos. ¿Te parece? ¿Podrás reprimir los spoilers?”
ANuRa: “Ouchh… eso será difícil, pero lo intentaré…”
Me hinché como un
pavo al comprobar lo fácil que había resultado pervertirlo… al final conseguiré
que sea más friqui de lo que ya es.
Esta semana es,
pues, SOLO Eurovisión, con ciertas salvedades.
No podré ver en
directo la primera semifinal (mañana, a las ocho, hora de Londres), porque Escocés
Incomprensible tiene entradas para un show cómico desde hace medio año (el tipo
planea con visión de futuro…), así que veré y documentare, en compañía de Escocés,
la primera semifinal el miércoles.
La segunda
semifinal (jueves, a las ocho, hora de Londres) la veremos y documentaremos en
vivo y en directo.
La final la veré
en casa de Alice Wonderland y, bueno, si hacemos el drinking game como la última
vez, no creo que tenga tiempo de documentar. Tenemos programado hacer un
concurso de favoritos, poner comida nacional del país que cada uno tenga en
gracia (las Patrias son mías, así que improvisaré una paella).
El lunes, con
Escocés Incomprensible de vuelta, volveré a ver la final. Quizás comente.
Estoy
completamente en-tu-sias-ma-da.
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