Una, que no en vano pilló los últimos años de EGB, y no la LOGSE, se vio obligada a preguntar lo siguiente.
-¿Con o sin hache?
-Con hache – replicó la Autora, con una sonrisilla picaruela que consiguió acojonarme aún más.
-¿Y eso quién? – tuve que preguntar, con cara de circunstancias, reconociendo honestamente (y con todo el riesgo que esto conlleva) que no había estado atendiendo a la conversación, porque dependiendo del tema me entrego al limbo para minimizar el daño emocional que producen las comparaciones sacadas de contexto. Dado que no había captado la identidad del susodicho, me había quedado el intríngulis de saber dónde estaba lo inaudito del atributivo.
-Pascual (nombre ficticio) – contestó mi Sistero. Y dicho esto, me quedé esparverada, porque el tipo en cuestión sólo entra en el tema de conversación para examinar su tendencia patológica a que los ojos se le vayan detrás de todo canalillo libre tan pronto lo deja la novia de turno y no acababa de verle el intríngulis que afirmara que era un buen hojeador.
-Y ¿a qué viene lo de hojeador? – le pregunté por fin a la Autora de Mis Días, ya con la ceja fruncida y sospechando otro juego de palabras, pero sin más remedio que confesar mi ignorancia (con ge) si quería seguir la línea argumentativa.
-¿Qué significa hojeador, ANuRa? – contestó ella, toda ufana, en un preludio del apocalipsis.
-Supongo que, por la raíz de la palabra, significa alguien que pasa hojas. - Nota: no lo busquéis en el diccionario, que no sale.
-¿Y cómo se dice en gallego hoja?
-Folla – respondí, aún sin verlo claro.
-Entonces, ¿cómo se dice en gallego alguien que pasa hojas?
-Follad…
-¿Lo ves ahora? Pascual, no me lo negarás, es un buen hojeador. Le gusta mucho la lectura.
No supe qué me dio más miedo en esos instantes: reconocer su maestría y la agudeza de la expresión o darme cuenta de que a partir de ese momento no podría decir en las reuniones familiares que me gusta leer sin oír risas de fondo.
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